A un paso del comienzo del curso, una recomendación lectora.
Una de las
lecturas más interesantes que han pasado por mis manos este verano ha sido este clásico del siglo xix “La dama de blanco”, de Wilkie Collins (1824-1889); uno
de los autores fundamentales de la literatura victoriana.
En La dama de blanco se nos
relata la historia del profesor de dibujo Walter Hartright, que un buen día, se
traslada al pueblo de Limmeridge para dar clases a Laura, joven heredera de una
gran fortuna. Enseguida, alumna y profesor se enamoran, a pesar del compromiso
de Laura con sir Percival Glyde. De camino a Limmeridge, Walter se topará con
una misteriosa dama vestida de blanco que despertará su curiosidad. Sin
embargo, no todo va a resultar tan fácil como parecía en un principio y la figura
de la dama de blanco estará muy presente en
el desarrollo de las vidas de los personajes.
Lo que empezó siendo un juego
suscitado por la curiosidad, acabará convirtiéndose en algo mucho más profundo.
Un gran misterio, que nuestro protagonista, Walter, tendrá que desentrañar.
Todo cuanto ocurre en la historia va acompañado de la figura de
la dama de blanco, el aura de misterio que la acompaña y envuelve la novela
de principio a fin.
A pesar de tener unos
protagonistas claros, en el libro nos encontramos con los testimonios de
personajes secundarios que, a veces, pondrán al lector sobre la pista
correcta…o la equivocada. Y es que en Limmeridge nada es lo que parece, y el
más bondadoso de sus habitantes puede tornarse en el peor de los enemigos
cuando menos te lo esperes.
Lo mejor de los libros de
misterio es la incertidumbre a la que te someten, estás leyendo y tienes que seguir hasta saber
qué pasa. Pues bien, esto mismo me pasó a mí con La dama de blanco. La intriga,
el misterio, las mentiras y las falsas apariencias, constituyen los
ingredientes fundamentales de la novela.
Hablemos ahora de los
personajes. A mí los que mas me han gustado han sido Marian, hermana de Laura,
el conde Fosco, un misterioso y taimado amigo de Sir Percival y, como no, la misteriosa dama de blanco.
He de decir, que, como en todo
buen libro, la cosa se pone más interesante al final. Así que os animo a leerlo
y a que no os echéis atrás por su número de páginas porque, verdaderamente
merece la pena.
Con un final fantástico y
cerrado, ese clima de engaños y subterfugios de la obra, unos personajes bien
perfilados, un entorno inglés frío y enigmático, los sentimientos de los
personajes y la dama de blanco de por medio, esta novela ha sido uno de los
mayores aciertos lectores.
Buena
lectura recomendada por una buena amiga; (que lo sepas: nos ha gustado a las dos;)