Así recibe Mrs. Umney, el ama de gobierno de Canterville, a su nuevos moradores: los Otis, americanos descreídos que hacen la vida imposible a el fantasma-actor que habita, desde hace más de 300 años, la mansión.
Hasta ahora se había dedicado, como es de suponer, a jugar a bolos con sus propios huesos, encantar peluquines y refunfuñar juramentos del siglo XVI, además de pasear encadenado por las estancias de la casa.
Pero una familia, al menos distinta a sus anteriores inquilinos, (daría 100.000$ de la época, por tener antepasados), se instala en Canterville para alterar su insomnio.... hasta que uno de sus miembros comparte con él un secreto...
Este es el primer relato que da título al libro de cuentos de Oscar Wilde que he leído recientemente, junto con otros cuantos que hablan del miedo que nos produce reflexionar sobre nuestro propio destino, la conveniencia de la ignorancia, los secretos que tan solo nosotros conocemos de nosotros mismos, sospechas ¿infundadas?, apariencias que engañan o el inconveniente de pronunciar el nombre de nuestro propio Dios...
Tal vez pretendía mofarse OW de las novelas de terror y fantasmas, no sé si lo consigue, quien sabe si realmente lo pretendía, solo el propio Wilde lo sabría, porque como dijo el mismo Dorian Grey: "el arte esconde al artista mucho más de lo que lo revela".
Me han gustado, pero preguntaré a otro miembro del clan, que también los está leyendo, que le parecen.... siempre es conveniente una segunda opinión.