Ekong: ¿brujería o realismo sucio?
Existe la consideración, bastante extendida en nuestra parte “civilizada” del mundo, de que la brujería es algo propio de países “subdesarrollados” y pueblos “primitivos”. Nosotros, por el contrario, somos modernos, cool, racionalistas, nos cobijamos bajo el árbol de la ciencia y ya hace años que hemos dejado atrás esas supersticiones casi infantiles.
Los antropólogos tienen que afrontar, con relativa frecuencia, en sus viajes a lo largo del planeta eso que Josep Martí llama “mundo irracional”. Uno de estos casos es el ekong. Es una forma de brujería que se da en Camerún, Guinea Ecuatorial y Gabón. En el ekong una persona mata y vende a alguien –con frecuencia a uno de sus padres- para obtener riqueza. Posteriormente y con la ayuda del brujo, se desentierra a esa persona asesinada que se convierte en un zombie que trabajará en beneficio de quien ha encargado el ekong al brujo. A veces, con la finalidad de que no puedan comunicarse a los zombies se les corta la lengua o se les introduce algo en la boca. También es frecuente enviarles a trabajar a zonas alejadas al lugar donde vivían.
Y ahora pasemos de la etnografía a la etnología.
Quizá este ekong no nos quede tan lejos, ni geografica ni mentalmente, como a primera vista pueda parecer.
Establezcamos paralelismos en nuestra sociedad: ¿Quién, en esta moderna sociedad de consumo no quiere ser rico?, ¿quién no aspira a un piso grande, soleado, coche alfabéticamente alemán, vacaciones en la ribiera maya, credit-card oro, aun a riesgo de inspección de nuestra eficiente A.E.A.T.? Tenemos ya un número altísimo de potenciales adquirentes de ekong en esta sociedad tan presuntamente alejada de la brujería. Sigamos adelante: necesitamos un progenitor al que asesinar. Esto no va a ser tarea fácil, aquí tenemos leyes y unos diligentes cuerpos de seguridad que darían rápidamente con nuestros huesos en la cárcel. Además siempre es útil contar con un pensionista en la familia que nos proporcione medicamentos sin cargo. Mejor matemos a “alguien” más querido para nosotros, ¿por qué no alguno de nuestros sueños juveniles?, quizá pensaste que podrías ser progresista toda tu vida, pero te diste cuenta de que no merecía la pena, quizá dejaste ir a aquel novio australiano porque te ofrecían al lado de tu casa un trabajo de 8 a 3. Bien, ya hemos “matado y vendido” a alguien querido. ¿No estábamos muy lejos de África?.
Se introduce ahora una curiosa variante que consiste en considerar al zombie y a la persona la misma cosa. Henos aquí que, anhelantes de riqueza y asesinos de algún que otro sueño, traidores de nosotros mismos, nos hemos convertido en zombies que trabajamos para alguien que también quiere hacerse rico, pero inmensamente más rico que nosotros, podéis poner aquí el nombre de vuestra multinacional favorita, o de vuestro empleador, o, siguiendo a Eric Wolf en su magnífica descripción del modo de producción capitalista según Marx, caer en la cuenta de que “en el curso de una jornada de trabajo, los obreros producen más que el costo de sus salarios; producen un excedente, el cual, dentro de las condiciones del modo capitalista, pertenecen a quien tiene la riqueza, el capitalista”. Vaya, en esta sociedad que creíamos tan moderna y desapegada de supersticiones también tenemos “brujos” hacia los que fluye el dinero sin sudar y que poseen zombies a su servicio a los que no pagan sueldos (decentes).
Para ir acabando: a nosotros se nos permite conservar la lengua, pero se nos aísla de tal manera, seguimos un modelo de vida tan individualista, somos tan únicamente homo faber , vamos tan a lo nuestro, que bien podemos considerar que no nos comunicamos. A los zombies les envían lejos de sus pueblos a trabajar, ¿quién tiene hoy conjurada la movilidad geográfica de su puesto de trabajo?
Según la tradición africana el proceso curativo del ekong incluye, entre otros, el canto de textos. Me gusta África, así que propongo la literatura, aut prodesse aut delectare , como refugio antiekong; el deleite y la “purgación de ciertas afecciones” que diría Aristóteles, como curación frente a nuestro particular ekong, porque, desde luego, tenemos una forma realista y sucia (Carver me perdone) de vivir nuestra sociedad del bienestar.
Me ha parecido muy acertada tu comparación. Nada etnocéntrica, más bien todo lo contrario ;)
ResponderEliminarUn saludo
Me ha parecido muy acertada tu comparación. Nada etnocéntrica, más bien todo lo contrario ;)
ResponderEliminarUn saludo
Maravillosa reflexión etnológica. Enhorabuena.
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